lunes, 8 de noviembre de 2010

El Chupete

Unos meses antes de que naciera mi bebé empecé a fijarme en todos los pequeñines que me cruzaba y raro era el que no veía agarrado a un chupete. Me despertó la curiosidad y leí unos cuantos artículos acerca de las ventajas e inconvenientes del uso de estos conocidos artilugios.

Entre los inconvenientes todos los expertos destacan que puede deformar el paladar del niño si lo usa hasta una edad tardía, sin embargo no parece ser concluyente e incluso hay quien dice que lo de que deforma el paladar es una tremenda estupidez. En mi modesta opinión creo que todos hemos usado chupete de bebés y no hemos sido incluidos en el gran libro de las sonrisas británicas, así que no será para tanto. El otro de los grandes inconvenientes que señalan los expertos viene cuando llega el momento de quitar al niño la dependencia del chupete. Parece ser un trauma para padres e hijos tener que pasar el síndrome de abstinencia hasta conseguir superar el mono.


De las ventajas se habla poco. Lo único que he oído es que sirve para relajar y entretener al niño y que resulta muy útil a la hora de enseñar a nuestro hijo a dormir sólo, si conseguimos que el bebé lo asocie con las horas del sueño.


Como toda madre te rindes a la tradición y con cierta ilusión le desinfectas un día un chupete para probar a ver qué hace el pequeñín con eso en la boca. Claro, que va a hacer el pequeñín, pues chupar. Y es entonces cuando descubres un gran y desconocido inconveniente del uso del chupete, un inconveniente del que no hablan los expertos, ni nos advierten nuestras madres: La esclavitud de ponérselo cada vez que se le cae. Puede parecer una tontería pero creedme, es muy serio. Hasta que el niño no aprende a cogerlo por sí solo, son los sufridos y destrozados padres los que se tienen que levantar cada vez que el pequeñín se mueve, bosteza o se queda adormilado, y se le cae. Es tal la desesperación que genera que en más de una ocasión te planteas sujetárselo con un esparadrapo.


En mi caso tengo la suerte de que mi niño no es muy aficionado al chupete, sólo lo usa para dormir durante el día, por las noches ni se acuerda. Pero ahí está su madre cada vez que llega la hora de una de sus infinitas siestecitas diarias, al pie del capazo, preparada para colocarle la chupi una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, hasta que uno de los dos cae rendido de sueño.

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