jueves, 11 de noviembre de 2010

Lactancia II: las tomas

El primer mes y medio es el peor de la lactancia a demanda. Como el niño es muy pequeño hace las tomas muy seguidas. En mi caso no aguantaba más de dos horas y media y cuando se lo comenté al pediatra en la primera revisión me dijo que me considerara afortunada ya que otros muchos no aguantan ni dos horas. Encima, como no tiene apenas fuerzas, se cansa muy rápido, por lo que las tomas se hacen eternas, entre mamar y expulsar los gases.

Durante los primeros días, antes de que venga la leche, el niño se alimenta de una sustancia llamada calostro. Es una sustancia transparente y un poco densa. En esta etapa basta con dar al niño un pecho en cada toma y dejar que mame de él lo que quiera. Yo iba alternándolos, es decir, si en una toma el niño mamaba del pecho izquierdo, en la siguiente le ofrecía el derecho.

A la semana, más o menos, me vino la leche. La subida de la leche es inconfundible. El pecho se me puso muy duro y pesado, aumentando por lo menos dos tallas. Es una sensación muy incómoda, como si tuvieras piedras dentro. La noche antes de la subida de la leche notaba una quemazón muy intensa, incluso me tuve que poner paños de agua templada para calmar el dolor. A lo largo de toda la noche fui notando como el pecho se hinchaba cada vez más, hasta que por la mañana era incapaz de girarme en la cama sin sentir un fuerte dolor. Cuando me levanté, como mi niño todavía no tenía mucha destreza mamando y le costaba agarrar el pezón, tuve que utilizar un sacaleches para aliviar el dolor.
Una vez que me vino la leche, empecé a darle de los dos pechos en cada toma. Lo normal es tener al niño entre 10 y 15 minutos en cada uno y entre medias sacarle los gases. Cada niño es un mundo, al mío lo tenía 10 minutos, aunque con el segundo pecho lo dejaba hasta que él mismo escupía el pezón. Al no tener mucha fuerza se cansaba enseguida, se adormilaba y dejaba de mamar, sin embargo si intentaba quitarle el pecho se ponía a succionar como un loco. Yo le solía dar golpecitos debajo de la barbilla para que siguiera mamando y le cambiaba el pañal entre pecho y pecho para espabilarle un poco.

Con el tiempo el niño está más despierto y come mejor. Ya no se adormila ni hay que darle golpecitos. Incluso ha pasado de estar diez minutos en cada pecho a soltarlos en unos cinco o seis. Al ser más grande chupa más fuerte y se sacia mucho antes. Es una suerte ya que en media hora, como mucho, ha terminado de comer y eructar, lo que se agradece bastante sobre todo por las noches. Para equilibrar el pecho, en cada toma empiezo con el último pecho que le di en la toma anterior, ya que es del que menos ha mamado el niño y suele estar más hinchado.

No sabéis lo gratificante que es el primer día que está plácidamente dormido y se le pasa la hora de la toma. Es toda una proeza. Pero ojo, no hay que dejarse llevar por la euforia del momento ya que el pediatra me dijo que no es aconsejable dejarlo más de cuatro horas sin comer, excepto si es por la noche, en ese caso podemos dejarlo dormir todo lo que quiera y, por supuesto, aprovechar nosotras para hacer lo mismo, que falta nos hace.

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